(Narración del Autor)
Dion colocó a Myra delicadamente sobre el colchón que estaba dentro de la tienda, como si fuera una pieza de porcelana.
La tienda, aunque con amplio espacio, se sentía apretada con un Alfa musculoso dentro, por lo que los otros chicos no pudieron entrar y Nora se sentía demasiado culpable y emocional para enfrentar a Myra en este momento.
Dion, muy suavemente, limpió las gotas de agua que descansaban en la frente y pestañas de Myra, su pulgar y el borde de sus dedos rozando su rostro tan sutilmente.
Las mejillas de Myra, que inicialmente estaban apagadas y habían perdido su color, ahora ardían y estaban rojas por el simple toque de Dion. Sus células cerebrales aún estaban confusas, su corazón latiendo erráticamente.
Para aliviar cualquier incomodidad, Dion agarró una toalla cercana y comenzó a secar a Myra minuciosamente. Estaba completamente empapada.