(Narración del Autor)
Las afiladas garras de Victor Smith se clavaron en la carne de Valiente y le arrancaron la piel del pecho. Sus piernas se doblaron y con un golpe seco, cayó de rodillas en un instante. La sangre seguía brotando de su herida en la carne y empapó su camisa blanca, convirtiéndola en un tono rojo sangre, carmesí. Pero ni siquiera después de eso aulló. No quería mostrar su debilidad a esos bastardos renegados. Su orgullo estaba en juego y también la vida de su hermana y de Myra.