(Narración del Autor)
Cuando Lana salió de la habitación, dejando a las dos chicas solas y cerró la puerta, la soleada habitación llena de calidez comenzó a irradiar vibraciones frías y heladas. El aire a su alrededor se volvió opresivo, como si alguien hubiera succionado el oxígeno de ese lugar, era completamente sofocante, especialmente para Nora. Ella estaba conteniendo la respiración.
Myra no cambió su expresión facial en absoluto y siguió mirando a Nora sin parpadear, sus ojos perforaban agujeros en Nora.
Las palmas de Nora se volvieron húmedas mientras evitaba cualquier contacto visual con su amiga, su conciencia culpable era tan alta que en cualquier momento estallaría en llanto y lamentos. Sus ojos ya estaban llenos de lágrimas contenidas listas para derramarse.
Myra levantó las cejas hacia ella, y en un tono altamente burlón comenzó:
—¿No tienes nada que decirle a tu pareja?
Nora supo al instante que estaba enfadada más allá de toda medida y por qué no debería estarlo.