(Narración del Autor)
—Noah, puedes decírmelo. Prometo que no se lo diré a nadie ni me burlaré de ti. Confía en mí —Sara lo persuadió. Tenía curiosidad por saber qué guardaba Noah en su corazón.
Noah apoyó su rostro en su barbilla y fingió pensar mientras hacía pucheros. Sara rió alegremente ante su comportamiento infantil. Estaba actuando de manera tierna mientras estaba ebrio, viéndose absolutamente adorable.
Se inclinó más hacia Sara. Ahora, sus labios tocaban el lóbulo de la oreja de Sara, lo que la dejó atónita y algo ruborizada. Estaba perturbada por su atrevimiento.
Noah, quien actuaba fuera de su personalidad habitualmente tímida, murmuró con su voz profunda y ronca, su aliento abanicando su oreja y mejilla:
—Prométeme que no me vas a disgustar después de escucharlo, ¿mmm? Prométeme que no huirás, ¿eh? —Cuando sus labios se movían, rozaban ligeramente su oreja, enviando su mente a un estado de frenesí.