(Narración del Autor)
Sara miró al cielo, el sol estaba a punto de salir. Luego giró la cabeza hacia Noah, dio dos pasos y se paró frente a él, cara a cara. Le revolvió el pelo y le dio palmaditas como a un niño.
—Eres una buena persona, Noah. Ya seas humano u hombre lobo, no me importa. Me gustas porque eres Noah. No un Everest o un lobo.
Noah estaba abrumado por las emociones. Nadie le había dicho tales palabras mientras crecía. Su familia lo había rechazado. Su familia materna también fue cruel con él. No querían estar asociados con él. Solo Greg y su familia y muy pocos de los otros miembros de la manada mostraron algún tipo de simpatía hacia él. Pero la mayoría lo compadecía.
Sus ojos se humedecieron ligeramente mientras atraía a Sara hacia un abrazo y la abrazaba con fuerza. Ella le devolvió el abrazo. El sol se elevó en el cielo y se perdieron en un beso apasionado.
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