Después de un delicioso desayuno donde solo pensé en Elizabeth cinco veces, Tanque decidió llevarme a recorrer el lugar que él llamaba la «Guarida del Dragón».
—Esto parece algo redundante —murmuró mientras me guiaba hacia la puerta principal—. Pero hay una razón para ello.
—¿Hay una razón para mostrarme un lugar que no puedo ver? —le respondí con una sonrisa burlona. Incliné la cabeza hacia atrás, asumiendo que, como todos los demás, Tanque era más alto que yo—. No puedo esperar.
Tanque se rió y tomó mi mano mientras la puerta se cerraba suavemente detrás de nosotros.
—El plan es que si suficiente gente te ve conmigo, sabrán que no deben jo... meterse contigo.
Era casi tierno cómo se esforzaba por no maldecir frente a mí. Pero si estaba tratando de preservar mi inocencia, llegaba como una década tarde.
—Está bien maldecir —me reí mientras caminaba hacia adelante, la oscuridad a mi alrededor reconfortante en su familiaridad—. Soy adulta, ¿sabes?