En una nube de humo, Orgullo apareció frente a Envidia. Estaba a punto de exigir por qué había sido convocado, pero entonces vio a Avaricia.
—¿Qué demonios pasó aquí? —gruñó Orgullo, cayendo de rodillas para añadir su energía a la de su hermano. Enviando un mensaje para los Pecados restantes, Orgullo se concentró en sanar a Avaricia.
—Los humanos intentaron matar a Pequeña Miga —jadeó Avaricia. La energía que fluía en él estaba haciendo más fácil respirar, pero eso era todo. Su piel aún se sentía demasiado apretada mientras intentaba moverse, y el dolor paralizante que resultó del movimiento lo obligó a detenerse—. Usé las almas para alejarla. Si no pueden protegerla...
—Entonces no nos sirven de nada —concordó Pereza mientras aparecía en la sala del trono. Añadiendo su energía a los otros, dejó escapar un gruñido bajo—. Su única razón de vivir era proteger a Querida, y si no pueden hacer eso...