Dante levantó una ceja ante la declaración de Tanque.
—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó, inclinando la cabeza mientras estudiaba a Fantasma de manera más distante.
Cuando llegó por primera vez, estaba demasiado absorto en la sangre de su Guardián para tener en cuenta las cosas. Como el hecho de que le habían cortado la lengua frente a Obispo y Obispo no lo había impedido.
Como los cientos de pequeños cortes que aparecían en su cuerpo sin que ninguna hoja o arma los hiciera.
Como el hecho de que estaba en el primer piso.
La afilada hoja de la traición atravesó el corazón de Dante mientras tomaba un profundo respiro. Manteniendo su rostro impasible, caminó hacia adelante, agachándose junto al otro hombre.
—¿Dónde está Hattie, Etienne? —preguntó, con una voz apenas más alta que un susurro.
Cuando Fantasma lo miró, había miedo nublando sus ojos junto con el dolor.
—Ah —asintió Dante, poniéndose de pie—. Ahora entendía cuán profunda era la traición.