Todo Lo Que Quieras

—Lo siento, señor —dije, asegurándome de que mi voz sonara tan débil como pudiera hacerla. Levantando la mirada, una vez más, desde el hombro de Gula, miré fijamente al esposo de mi madre—. Tuve una pesadilla.

Marcus rechinó los dientes mientras trataba de controlar su temperamento, pero era claro que no le gustaba que nadie más tocara lo que era suyo. La expresión en su rostro era la de un esposo que llega a casa, solo para descubrir que su esposa lo engañaba con el vecino. Sin embargo, necesitaba mantener la compostura y no explotar ya que había un extraño presente.

Si no tenía cuidado, podría provocarse un aneurisma y caer muerto como resultado. Ah, una chica solo podía soñar.

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Marcus se rascó la picadura de mosquito en el cuello mientras observaba al maldito médico sosteniendo el trasero de su chica. El ardor de sus uñas mientras raspaba suficiente piel del bulto para hacerlo sangrar aún no era suficiente para contener su temperamento.