Los gritos de la gente siendo torturada a su alrededor acompañaron a Max hasta el sueño esa noche. Los ojos de las mujeres y niños indefensos lo miraban fijamente mientras extendían sus manos para tocarlo.
El sonido de sus súplicas, rogando por sus vidas mientras los hombres que siempre había considerado su familia arrasaban sus hogares, destruyendo todo a su paso.
Había sentido una conexión con Hattie, al igual que los otros, y al igual que los otros, la voz dentro de su cabeza le aseguraba que estaba haciendo lo correcto...
Pero su conciencia sabía mejor.
Antes de que todo se fuera al carajo, había hecho una promesa, un juramento, de servir y proteger. No había estipulaciones sobre a quién debía servir y a quién debía proteger, y se sentía tan orgulloso sabiendo que estaba haciendo una diferencia para quienes lo rodeaban.