Esta Vez

—Maldito Infierno —gimió mientras sentía su cuerpo curándose desde dentro hacia fuera. El único problema era que ese demonio en particular tenía veneno en sus garras y dientes, y no estaba jugando.

Era extraño; había estado cerca de una muerte final tantas veces debido al uso excesivo de sus poderes, y sin embargo, cada vez que pensaba que era el final, una nueva ráfaga de energía lo golpeaba. Tenía una buena idea de quién le había dado ese impulso, pero no había forma de que ella pudiera conseguir tantos deseos en tan poco tiempo.

—¿El lugar o la expresión? —suspiró Avaricia mientras entraba lentamente en la sala del trono, arrastrando inútilmente su pierna izquierda—. Porque estoy de acuerdo con ambas afirmaciones. No es de extrañar que el Diablo no quiera lidiar con esta mierda.