Celos

—Ya no hay nada que temer —dijo una voz de mujer dentro de mi cabeza—. Ellos están aquí, y están aquí por ti. Eso es...

La mujer hizo una pausa, su voz desvaneciéndose a mitad de la frase mientras yo abría los ojos y miraba alrededor. Sabía que estaba soñando, no había duda en mi mente, pero mi mente tenía que estar bastante jodida para estar soñando en este tecnicolor.

El mundo a mi alrededor estaba literalmente ardiendo. Pilares de llamas se elevaban desde el suelo, estirándose hacia el cielo púrpura hasta el punto en que no podía ver dónde terminaban. Fuegos más pequeños cubrían el suelo, ardiendo a ambos lados del camino donde me encontraba.

Por una fracción de segundo, tuve miedo, sin estar segura si estaba soñando con mi propia muerte. Había estado completamente rodeada por fuegos rugientes...