La mujer se burló de mi declaración pero tampoco se molestó en negarla. Parecía contenta de permanecer en silencio mientras la falta de ruido comenzaba a volverme loca.
—¿Por qué estoy aquí? ¿Al menos puedes abrir la boca y decírmelo? —suspiré, tomando otro sorbo del bourbon. ¿Era lo suficientemente mayor para estar bebiendo esta mierda? Para nada... pero vamos, ¿quién me iba a decir algo?
—Estás aquí porque encontraste tu camino hacia mí —dijo ella, sus brillantes ojos azules tornándose fríos por un instante antes de recuperar su mirada inocente.
—Genial —asentí. Ahora que habíamos establecido eso...—. ¿Cómo llego a casa?
Una vez más, ella dejó escapar un suspiro cortante que rayaba en burla antes de tomar otro sorbo de café.
—Intenta golpear tus talones tres veces y di 'Quiero ir a casa'.
—Eres una perra, ¿lo sabes, verdad? —le parpadeé—. No es como si quisiera estar aquí. Ni siquiera sé quién eres. Mierda, desearía que alguno de los chicos estuviera aquí.