—¿Pero no la tocaste, verdad? —insistió Tanque, sin apartar la mirada de su tesoro. Aunque claramente algo había sucedido entre ellos dos, Tanque no estaba celoso. En cambio, su única preocupación era que Hattie estuviera bien.
Dante resopló ante esa declaración y levantó la vista de la lista de suministros en su mano.
—Oh, Orgullo definitivamente la tocó... y es una experiencia embriagadora ver todo como si fuera una experiencia fuera del cuerpo mientras, al mismo tiempo, poder saborearla en mi propia lengua.
Nunca se había considerado un voyeur hasta ese momento cuando estaba viendo a su mujer desmoronarse por la lengua de otro hombre. Apenas podía evitar correrse mientras ella gritaba el nombre de Orgullo, con su sabor en su propia lengua.
Joder, podría acostumbrarse a eso.
—Eso no es tranquilizador. ¿Está ella bien? —gruñó Tanque suavemente, porque sin importar lo enojado que estuviera, no iba a despertar a Hattie, no si podía evitarlo.