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—¿Nada de qué preocuparse? —chilló Alicia, su voz alcanzando una nueva altura que hizo que Réne se estremeciera—. ¿En serio me dijiste que no me preocupara por algo que te involucra?
Dejando escapar un suspiro, Réne no pudo evitar sonreír. Alicia estaba tan dedicada a él que realmente lo hacía sentir especial.
—No, no es eso lo que estoy diciendo —le aseguró mientras caminaba hacia ella y la envolvía en sus brazos.
Besando la parte superior de su cabeza, no pudo evitar la sonrisa en su rostro al sentir cómo ella se derretía en él.
—Ya que esto es importante para ti, es importante para mí. Hablaré con Obispo y haré que envíe algunos equipos para conseguir suministros e información. Tú y yo sabemos que los Pecados no pueden hacer nada en silencio. Si hay algún movimiento de ellos, escucharemos algo.