La verdad

Debido a la llegada próxima del amanecer todos tuvieron que disiparse e ir a buscar algún refugio, la mayoría se mostraban consternados, otros ofendidos y algunos solo no paraban de tachar a su amigo de débil.

Salomón Rose era un simple cobarde que se dejó matar por un cazador y no uno cualquiera, Valentine, ese chico con el que tanto me sentía protegida.

Mi madre duró callada todo el camino a casa, nadie dijo ninguna palabra de lo sucedido hasta que ya no pudiéndose aguantar me confronto molesta.

- ¿Qué fue lo que paso, Heaven? -se pasó los dedos por su brillante cabellera mientras sus ojos me perforan con dureza-cuéntame la verdad, ahora nuestro nombre esta de boca en boca ¿Tú vistes al asesino?

- ¿Quizás quisiste decir cazador? ¿no? así lo llamaban tus amigos -me coloqué enfrente de ambos y los encaré - ¿qué es lo que está pasando? Salomón estaba a punto de clavar sus colmillos en mi cuello y luego todos esos hombres volando.

-No pasa nada, haz bebido demasiado, mírate estas toda perturbada por aquel asesinato -Donald ladró antes de que mi madre dijera algo -estoy decepcionado de Ti, Heaven. Mira que irte a solas en la oscuridad y tomar como una alcohólica. Por culpa de eso eres testigo de un asesinato, estas tan ebria que no entiendes lo que ha sucedido.

Concluyó aquella historia tan perfecta que casi caigo en ella, la forma de mirarme como si me estuviera dominada me hizo entender que estaba poniéndome bajo un hechizo o algo parecido, así que solo asentí y subí antes de que lo ordenara, no hablaría más con ellos, era inútil y tenía miedo de saber la verdad, sobre que clases de cosas me diría y era mejor no escucharla de su boca, los dos solo eran unos mitómanos impulsivos y esto era lo último que necesitaba.

- ¡Que duermas bien cariño! –mamá me dijo desde lejos y espero un largo rato a que yo subiera, pero no fue así, me escondí entre los grandes porrones que podrían cubrir mi cuerpo para escucharlos, claramente ambos estaban muy alterados.

- ¡Esto es un horror, han matado a Salomón! y nuestra pequeña está implicada, ahora estaremos de boca en boca, ya más nadie querrá solicitarla en matrimonio, aunque su hermano también sigue soltero.

- ¿Qué idioteces son esas? ¡por favor Lilliam! ten más de sentido común, no digas estupideces, odio cuando te comportas así ¿acaso no entiendes la situación? uno de esos cazadores ha descubierto nuestro paradero y tenlo por seguro que vio muchas caras. No dudaran en venir en manada para cazarnos.

- ¡Es que yo no sabía que alguien nos cazaba! –soltó sorprendida- y menos que podíamos morir, nosotros somos una especie invencible.

No cabía duda de lo que era que ella. Escucharla hablar me rompió el corazón, mi propia madre era un monstruo perverso como Donald, ella le vendió su alma al demonio para conservar su belleza y a qué precio tan despreciable.

- ¿A veces me pregunto porque fue que decidí emparentarme contigo? -suspiro derrotado.

- ¡Por mi dinero, imbécil! –y relamió sus labios con exuberante sensualidad-estabas en bancarrota ¿o me equivoco?

-Menos mal que lo entiendes, al menos tienes una poca de inteligencia, eres tan bella por fuera, pero hueca por dentro.

- ¡Tú sabes que eso es lo que te gusta! -contestó con un tono erótico.

Mi madre de pronto halo un cordón de su vestido y quedo completamente desnuda ante Donald y llena de lujuria meneo su trasero cerca de su miembro y le ofreció su cuello como un banquete suculento al que este no se le opuso.

Toda aquella situación me pareció inverosímil y perversa, mi propia madre me vendía ante un séquito de vampiros engreídos por su propio bien y no le importaba, mi opinión no valía, solo su deseo de estar en la cima. Asustada solo corro a mi habitación y cierro la puerta hasta asegurarme de que nadie va a perturbarme, pero unas manos tapan mi boca, batallo inútilmente ante los brazos fuertes que me sostienen, pero cuando noto toda esta piel marcada solo me detengo esperando a que me suelte.

- ¡Soy yo! -zumba apaciguadamente y me da vuelta para encontrarme frente a él.

- ¿Cómo es que entraste a mi habitación? -hacia muchas fuerzas para no gritarle y alertar a todos en casa, pero claramente mis palabras eran rabiosas por aquel engaño.

-Una ventana abierta, no me costó mucho adivinar en donde dormías.

- ¿Y qué estás haciendo aquí? ¿no fue suficiente con lo que hiciste en la fiesta? asesinaste a Salomón- Le acuse, pero lo cierto es que de alguna forma él me había salvado de pasar al otro mundo y le estaba muy agradecida por eso. Sin pensar le di un abrazo fuerte que solo lo tomo por sorpresa - ¡te lo agradezco!- Al final le digo - ¡si no fuera por ti ya muy pronto fuera uno ellos!

- ¡Este lugar es muy peligroso! ¿cómo es que estas rodeada de estos vampiros y no te han usado como su alimento.

- ¡Es por mi madre! -trague dolorosamente -ella quiere darme en matrimonio a uno de ellos.

- ¡Que maldita! -balbuceo - ¡lo siento! -se dio cuenta de lo que había dicho.

- ¡Esta bien! -no importa, ya nada aquí es importante -me siento en mi cama mirando fijamente mi querido piano.

- ¡Huye conmigo! -me agarro la mano y la verdad aquella petición me tomo por sorpresa, ¿cómo huiría con él? ¿a dónde iba? tampoco estaba segura de lo que él era, sus reflejos, aquella forma de pelear como si leyera todos sus movimientos me infundían miedos y dudas sobre ese chico que apena conocía.

- ¿Tú como sabias que era un vampiro? -pregunte recordando aquel momento en que me interrogo sobre Salomón y la fiesta en donde la chica fue asesinada - ¡quiero la verdad! -le suplique.

- ¡La verdad Heaven! -tomo asiento a mi lado-yo no solamente trabajo como tatuador y viajo por el mundo con ese aparente motivo, yo también tengo un pasado y este pasado me obliga a ejercer esta profesión. -Yo trabajo para la Santa Iglesia Católica y mis órdenes explicitas fue buscar a Salomón Rose y asesinarlo, él tenía cargos en contra de la iglesia desde hace años. Por su culpa se inició un movimiento en dónde de forma inconsciente se empezó a crear junto a otro grupo de vampiros un ejército de ellos, para así desencadenar una tercera guerra mundial. -Pero eran tan irreales y lejanas aquellas palabras. Esas historias sobre guerras, humanidad y la iglesia solo parecían palabras, además sé que había otra cosa, había tristeza y nostalgia en lo que hablaba que petrificaba. -Sé que esto no suena lógico, pero lo es. Salomón pertenecía a una de las grandes familias más importantes de la historia, el junto a su hermano Orlando son fundadores de unas de las primeras familias de vampiros, descendientes directos de Caín. -Y sé que lo que ha pasado hoy no es nada a lo que se te viene encima. No quiero que te hagan más daño, solo me basta con verte para saber que has sufrido mucho esta noche, por eso te suplico, ¡vente conmigo, yo no permitiré que te hagan daño!

- ¿Pero que podría hacer yo? -no quiero ser una carga, apenas solo soy una chiquilla-le dije asustada por esta decisión-y si nos buscan, me dolería mucho que te hicieran algo, Donald es un cretino bastardo que no le importa herir a los demás.

 -No dejare que te toque un pelo, tenme algo de fe -se arrullo a mi lado teniendo cuidado de no lastimarme. No me había dado cuenta que estaba temblando, pero no por frio, no por miedo, todo era por esa farsa que tenía mi madre montada y como me vio la cara mientras vivía en mi propia casa, Valentine tenía razón, tenía que escaparme muy lejos de ellos, sé que ambos hicieron mucho daño y esa voz que me suplicaba por ayuda está todavía en mi conciencia.

Tomo un bolso muy pequeño y coloco algo de ropa ligera, incluso medió tiempo de poner el suéter que me entrego el chico aquel día. Sin medir las consecuencias de mis actos deseaba escapar de prisa de esa horrible prisión de oro y dejar atrás todas esas riquezas por mi paz física y mental.

 Estaba realmente triste por decir adiós a mis valiosos recuerdos, pero la foto de mi padre junto a mí en brazos, fue aquel visto bueno que necesite para tomar la mano de Valentine y escabullirme como los ladrones por los pasillos de la mansión en plena llegada del alba. Los pajarillos ya se encontraban cantando coros de libertad para mí y sin mirar atrás, dejo no solo mi pasado, también aquella sensación de miedo que sentía al estar tan cerca de Donald y mi propia madre. Lejos de ellos nada mas podría herirme y con una mano en mi pecho solo deseo que no me estuviera equivocando.