Capítulo 41: Elara - El Camino de Regreso y la Emboscada

Pasaron el resto del ciclo diurno y parte del siguiente ciclo oscuro en la relativa seguridad de la cueva. Elara aprovechó el tiempo para dormir por turnos con Maya (aunque su propio sueño fue ligero y lleno de sobresaltos), para estudiar más el manual de seguridad de redes (sumando otras dos horas a su misión de estudio), y para intentar entender mejor las capacidades de Maya.

Con cuidado, le pidió a Maya que intentara "sentir" la energía de la que había hablado, no para liberarla, sino solo para describirla. Maya lo intentó, cerrando los ojos con concentración. Describió una sensación de "cosquilleo" o "electricidad estática" bajo la piel, que se intensificaba con las emociones fuertes, especialmente el miedo y la ira. Dijo que a veces "veía" chispas azules detrás de los ojos justo antes de que "pasara". No tenía control consciente sobre ello; era puramente reactivo. Elara sospechó que los "amortiguadores de campo" de Grado Cero no solo suprimían la energía, sino que también podrían haber impedido que Maya desarrollara cualquier tipo de control rudimentario.

Mientras Maya descansaba de nuevo, Elara se dedicó a planificar la ruta de regreso a Neo-Veridia. Descartó por completo las autopistas principales y las rutas secundarias más obvias. Grado Cero, asumiendo que eran ellos quienes operaban en el complejo Kappa, sabrían que ella había escapado con Maya. Buscarían el deslizador robado o cualquier vehículo sospechoso en las rutas lógicas. Tenía que ser impredecible.

Consultó mapas topográficos detallados (descargados de fuentes de exploración urbana y contrabando) y trazó una ruta tortuosa a través de zonas industriales abandonadas aún más antiguas, terrenos baldíos contaminados que bordeaban antiguos vertederos químicos, y finalmente, a través de los niveles de servicio subterráneos más profundos y olvidados de la propia Neo-Veridia, esperando emerger en algún punto de los sectores bajos sin ser detectada. Era una ruta mucho más larga, más lenta y potencialmente peligrosa por sí misma debido a la inestabilidad del terreno, la contaminación y la posible presencia de criaturas mutadas o bandas desesperadas que usaban esas zonas como refugio. Pero era menos probable que estuviera vigilada por operativos de alta tecnología de Grado Cero.

Antes de partir, modificó ligeramente el deslizador. Usando herramientas del kit de Jax y algunos componentes que "tomó prestados" de maquinaria abandonada cerca de la cueva, manipuló el transpondedor de identificación del vehículo, haciendo que emitiera una señal genérica e intermitente de "vehículo de mantenimiento no registrado" en lugar de ninguna señal o la señal original robada. No engañaría a un escaneo detallado, pero podría evitar disparar alarmas automáticas en sistemas de vigilancia menos sofisticados. También camufló el exterior del deslizador con barro y polvo para que pareciera aún más destartalado y menos interesante.

"De acuerdo, Maya," dijo finalmente, despertando a la niña con suavidad. "Es hora de irnos. El viaje será largo y tenemos que estar muy calladas y atentas. ¿Lista?"

Maya asintió, sus ojos grandes todavía mostrando miedo, pero también una nueva determinación infantil. Se aferró a una pequeña figura de metal toscamente hecha que Elara le había construido con chatarra para distraerla.

Salieron de la cueva al amparo del ciclo oscuro profundo. Elara conducía con los faros apagados, confiando en sus gafas de visión nocturna y en los sensores básicos del deslizador. El terreno era difícil, obligándola a ir despacio, sorteando enormes trozos de permacreto roto, cráteres de origen desconocido y arroyos de líquido burbujeante de aspecto sospechoso. El silencio era opresivo, roto solo por el zumbido bajo del motor del deslizador y el crujido ocasional de los escombros bajo las ruedas.

Maya permanecía en silencio a su lado, mirando por la ventana blindada la desolación exterior. Elara lanzaba miradas furtivas al escáner de frecuencias de Jax y a la interfaz del Sistema, buscando cualquier señal de actividad electrónica inusual o advertencias. Por ahora, nada.

Llevaban varias horas de viaje tenso, habiendo cubierto apenas una fracción de la distancia a Neo-Veridia, cuando el Sistema emitió una alerta repentina y discreta.

[Advertencia: Detectadas múltiples firmas energéticas de vehículos aproximándose rápidamente. Patrón de movimiento táctico. Origen desconocido pero tecnología avanzada.]

El corazón de Elara dio un vuelco. Miró por el retrovisor. A lo lejos, en la oscuridad detrás de ellas, vio dos pares de luces tenues, moviéndose rápido, convergiendo hacia su posición. No eran los faros brillantes de vehículos civiles o industriales. Eran luces de posición tácticas, diseñadas para ser discretas.

"¡Agárrate!", gritó Elara, pisando el acelerador a fondo. El deslizador de carga, aunque modificado para ser silencioso, no era particularmente rápido ni ágil. Saltó hacia adelante sobre el terreno irregular, la suspensión quejándose en protesta.

Las luces detrás de ellas aceleraron también, acortando la distancia rápidamente. Eran más rápidos. Mucho más rápidos. Probablemente deslizadores ligeros de asalto o reconocimiento.

Elara giró bruscamente, saliéndose del camino apenas visible y adentrándose en las ruinas de lo que parecía ser una antigua planta de procesamiento químico. Los edificios aquí eran laberínticos, ofreciendo más cobertura pero también más obstáculos. Zigzagueó entre pilares de metal corroído y tanques derrumbados, intentando romper la línea de visión de sus perseguidores.

Oyó el familiar chasquido y zumbido de armas de energía. Un proyectil impactó en la parte trasera del deslizador, haciendo saltar chispas y sacudiendo el vehículo. El blindaje ligero había aguantado, pero no resistiría muchos impactos directos.

"¡Están disparando!", gritó Maya, agachándose en su asiento.

"¡Lo sé! ¡Intenta... intenta hacer lo de la energía!", jadeó Elara, luchando con el volante mientras esquivaba otro disparo que derritió un trozo de metal cercano.

Maya cerró los ojos con fuerza, temblando visiblemente. Hubo un débil crepitar de energía azulada a su alrededor, pero nada tan potente como lo que Elara había visto en la celda o contra el dron. El miedo y la falta de control la estaban bloqueando.

Otro impacto golpeó el lateral del deslizador, más fuerte esta vez. Una luz de advertencia parpadeó en el tablero: Daño en el sistema de propulsión lateral. Estaban perdiendo maniobrabilidad.

Sus perseguidores se estaban acercando, flanqueándola. Uno apareció a su izquierda, un vehículo oscuro y anguloso, casi invisible contra las ruinas. Vio el cañón de un arma de energía girando hacia ella.

No había salida. Estaban atrapados.

Elara tomó una decisión en una fracción de segundo. Giró el volante bruscamente hacia una rampa de carga derrumbada que ascendía hacia el segundo nivel de un edificio en ruinas. El deslizador golpeó la rampa con fuerza, subiendo en un ángulo precario, los motores gritando.

Llegaron al segundo nivel justo cuando el suelo detrás de ellos explotaba por el impacto de un proyectil de energía más pesado. El deslizador patinó sobre el suelo inestable del segundo piso y se estrelló contra una pared interior, el impacto lanzándolas hacia adelante contra los cinturones de seguridad. El motor se caló con un gemido final.

Estaban varadas.

Oyó el sonido de los otros vehículos deteniéndose abajo. Voces. Órdenes. Pasos acercándose a la rampa.

Elara sacó la pistola PPS. Comprobó el cargador. Miró a Maya, que lloraba silenciosamente a su lado. "Escúchame," dijo Elara con urgencia. "Cuando entren, quédate detrás de mí. No hagas nada a menos que yo te lo diga. ¿Entendido?"

Maya asintió entre lágrimas.

Elara miró sus 7 PS restantes. Insuficientes. Miró la pistola. Quizás suficiente para una distracción, pero no contra varios agentes armados y probablemente blindados. Miró a Maya, y la desesperación la invadió. ¿Había cometido un error terrible al sacarla? ¿Las había condenado a ambas?

Los pasos en la rampa se acercaban. Podía ver las luces de sus linternas barriendo la oscuridad del segundo nivel. Estaban aquí.

Fin del Capítulo 41.