El deslizador modificado devoraba kilómetros de carretera rota, dejando atrás el hedor químico y la opresión del Sector Kappa. Elara conducía con una concentración absoluta, sus ojos escaneando constantemente el paisaje desolado y los sensores básicos del vehículo. A su lado, Maya se había quedado dormida, agotada por el terror y la liberación de energía, acurrucada en el asiento del copiloto. Verla así, tan pequeña y vulnerable, reforzó la decisión de Elara. Había hecho lo correcto al sacarla de allí, sin importar el riesgo.
Necesitaban detenerse. Reagruparse. Evaluar. Continuar directamente hacia Neo-Veridia era demasiado peligroso. Si Grado Cero la había detectado en el complejo, era lógico que estuvieran vigilando las rutas de acceso a la ciudad, buscando un deslizador robado o cualquier señal de ella y la niña desaparecida.
Recordó una zona que había visto en mapas antiguos: una red de cuevas naturales en unas colinas bajas a medio camino entre el Sector Kappa y la zona periurbana de Neo-Veridia. Oficialmente, eran inestables y sin interés. Extraoficialmente, los contrabandistas y fugitivos a veces las usaban como escondites temporales. Era un riesgo, pero menor que seguir por la carretera principal.
Desvió el deslizador por un camino apenas visible, lleno de baches, que subía hacia las colinas rocosas. Después de casi una hora de conducción lenta y cuidadosa, encontró una de las cuevas más grandes, su entrada parcialmente oculta por un desprendimiento de rocas y vegetación mutada. Maniobró el deslizador para ocultarlo lo mejor posible dentro de la boca de la cueva y apagó el motor.
El silencio repentino fue casi ensordecedor después del viaje. El aire en la cueva era fresco, húmedo y olía a tierra y piedra mojada. Era un refugio natural, lejos de los ojos electrónicos y las patrullas.
Maya se despertó con el cambio de ambiente, parpadeando confundida. "¿Dónde... dónde estamos?"
"En un lugar seguro, por ahora," dijo Elara suavemente. "Tenemos que descansar un poco y pensar qué hacer."
Sacó agua y unas barras de nutrientes de la mochila que Jax le había preparado. Compartió con Maya, que comió y bebió con avidez pero en silencio, observando a Elara con ojos grandes y cautelosos.
Una vez que hubieron recuperado un poco de energía, Elara se sentó frente a Maya. "Maya," empezó con calma, "sé que estás asustada. Y confundida. Pero necesito entender qué te estaban haciendo en ese lugar. ¿Puedes contarme?"
Maya dudó, jugando con un borde suelto de su mono. "Me... me pinchaban. Me hacían pruebas. Me metían en máquinas que zumbaban." Su voz era pequeña. "Y hablaban de... la energía. De los picos. Decían que tenía que controlarlo, pero yo no sé cómo. Simplemente... pasa. Cuando me enfado. O tengo miedo. Como con el... dron." Miró a Elara, buscando confirmación.
"Lo sé," asintió Elara. "Lo vi. Eres fuerte, Maya."
"El Dr. Aris... él era diferente," continuó Maya, como si recordara algo. "A veces... parecía... triste. Me traía libros. No como los otros, los que solo me miraban como... como a un bicho raro."
"¿Dr. Aris? ¿Recuerdas su apellido?" preguntó Elara, conteniendo la respiración.
Maya frunció el ceño, pensando. "No... solo Dr. Aris. Era alto, tenía el pelo un poco gris..." La descripción era vaga, podría ser cualquiera. Pero el nombre...
"¿Había otros niños allí?" preguntó Elara.
Maya asintió lentamente. "Antes. Vi a otros dos, un niño y otra niña. Pero... desaparecieron. Los 'transfirieron', dijeron." Su voz tembló un poco. "Tenía miedo de que me 'transfirieran' a mí también."
Transferidos. Probablemente a otra instalación. O algo peor. Grado Cero no solo estaba estudiando, estaba moviendo o eliminando a los portadores.
"Maya," dijo Elara con cuidado, "¿alguna vez has visto... una pantalla? ¿Una pantalla azul que aparece frente a ti, que te habla o te da... tareas?"
Los ojos de Maya se abrieron de par en par. "¿Tú... tú también la ves?"
Elara sintió una oleada de confirmación y una extraña conexión. Extendió la mano lentamente. "Sí. Yo también. No estás sola en esto." Sintió de nuevo esa resonancia débil, esa vibración simpática a través de su propio Sistema, ahora más clara, reconociendo al otro fragmento cercano. "Somos... parecidas, Maya. Por eso te estaban estudiando. Por eso tenemos que tener cuidado."
Maya miró la mano extendida de Elara y, después de un momento, puso su pequeña mano en ella. Era un gesto de confianza frágil pero significativo.
En ese momento, la comprensión golpeó a Elara con la fuerza de una revelación. Su misión ya no era solo sobrevivir o vengar a sus padres. Ahora tenía una responsabilidad. Tenía que proteger a esta niña. Tenía que encontrar a los otros "transferidos", si aún era posible. Tenía que luchar contra Grado Cero, no solo por ella misma, sino por todos los portadores de fragmentos.
Y para hacer eso, esconderse y correr no era suficiente. Necesitaba poder real. No solo habilidades personales, sino recursos. Una base segura donde pudieran reagruparse y entrenar. Una red de información para rastrear a Grado Cero y a otros portadores. Aliados en los que pudiera confiar (una idea todavía difícil de aceptar). Necesitaba construir algo. Una sombra que pudiera luchar contra las sombras.
Mientras pensaba esto, una nueva notificación del Sistema apareció, casi como una respuesta a sus pensamientos.
[Detectada Proximidad Sostenida con Fragmento Aliado (Espécimen 14 - Maya).]
[Protocolo de Protección de Activos Menores Sugerido.]
[Nueva Misión Principal (Vol. 1 - Final): Establecer un Refugio Seguro Nivel 1 para ambos portadores activos. Requisitos: Ubicación discreta y defendible, Suministros básicos para 1 ciclo, Sistemas de alerta temprana básicos. Recompensa por Éxito: 200 PS, Esquema de Tecnología [Refugio Seguro Nv. 1], +1 Nivel de Confianza [Maya]. Penalización por Fallo Grave: Detección por Grado Cero, posible pérdida de ambos fragmentos.]
Establecer un Refugio Seguro. Era exactamente lo que estaba pensando. El Sistema la estaba guiando, empujándola en la dirección que la lógica y su recién descubierta responsabilidad le dictaban. 200 PS era una recompensa enorme, y el esquema de tecnología sonaba intrigante.
Miró a Maya, que ahora la observaba con una mezcla de miedo y curiosidad esperanzada. "De acuerdo," dijo Elara, más para sí misma que para la niña. "Tenemos un nuevo plan. Vamos a encontrar un lugar seguro. Un lugar nuestro. Y vamos a aprender a usar... esto." Señaló vagamente el aire donde sabía que la interfaz del Sistema flotaba invisible para otros. "Vamos a aprender a luchar."
La determinación endureció sus rasgos. El miedo seguía ahí, pero ahora tenía un propósito claro, uno que iba más allá de su propia supervivencia. Tenía que llevar a Maya a salvo a Neo-Veridia, encontrar un lugar, y empezar a construir. El camino de regreso sería peligroso, pero ahora tenía una razón aún mayor para superarlo.
Fin del Capítulo 40.