Capítulo 43: Kaelen – Ecos en el Óxido

El aire en Kratos sabía a metal quemado y desesperación rancia. Kaelen tragó saliva, sintiendo la familiar capa de óxido químico cubrirle la lengua. Se apretó más contra la viga corroída, el metal frío filtrándose a través de las capas desgastadas de su ropa. Abajo, la calle era una arteria supurante de actividad turbia, iluminada por los espasmos intermitentes de letreros de neón moribundos y el resplandor sulfuroso de las refinerías lejanas que nunca dormían. La lluvia ácida caía con una persistencia siseante, cada gota un recordatorio de la lenta decadencia del distrito.

Habían pasado semanas desde… bueno, desde todo. Semanas desde que el Sistema se había vuelto una presencia más constante, aunque caprichosa, en su vida. Semanas de moverse entre las sombras de Kratos, un fantasma más en una ciudad de espectros industriales. Su Percepción, ahora a un nivel P7 dolorosamente agudo, captaba cada detalle: el chirrido de metal sobre metal a tres bloques de distancia, el olor a ozono quemado de un cableado defectuoso cercano, la tensión casi palpable en los hombros de los dos matones de los Chacales Grises que merodeaban por la esquina opuesta. Podía oír el latido de su propio corazón, un tambor irregular contra el estruendo constante de Kratos.

Un leve parpadeo en la periferia de su visión. La interfaz del Sistema. No era una notificación, ni una misión. Solo un recordatorio fantasmal de su presencia, mostrando brevemente sus escasos recursos.

[PS: 2]

Dos Puntos de Sistema. Era casi una burla. Después de semanas de evitar patrullas, buscar comida y agua apenas potables, y mantener un perfil bajo que rozaba la inexistencia, eso era todo lo que tenía. Las misiones diarias que el Sistema a veces le ofrecía –cosas como "Asegurar Ración Nutricional (D)" o "Mantener Perfil Bajo Durante Ciclo Completo (D)"– apenas daban uno o dos puntos, y Kaelen no había tenido la oportunidad ni la seguridad para completar muchas. La supervivencia consumía todo. Cada sonido podría ser Grado Cero localizándolo. Cada sombra, un Chacal Gris buscando presas fáciles.

«Demasiado poco», pensó, apretando la mandíbula. «Necesito salir de aquí. Necesitamos salir.»

Lena. Su imagen apareció en su mente, clara y dolorosa. Su preocupación genuina, sus preguntas cada vez más incisivas. ¿Cómo explicarle el peligro sin arrastrarla de lleno? ¿Cómo decirle que no eran solo los Chacales o la miseria de Kratos lo que le hacía mirar por encima del hombro constantemente, sino una organización sombría con recursos inimaginables que cazaba a gente como él?

Recordó la noche, hacía tres semanas, cuando colocó el dispositivo de escucha. La memoria era tan vívida como la lluvia ácida en su piel.

Flashback

El almacén abandonado apestaba a químicos olvidados y a la humedad omnipresente de Kratos. Kaelen se movía como una sombra entre pilas de contenedores oxidados, su respiración contenida. Percepción P7 le permitía escuchar las conversaciones apagadas de los guardias de Grado Cero dos niveles más arriba, discutiendo sobre "movimiento de activos" y "contención de especímenes". No entendía la mitad, pero cada palabra erizaba el vello de su nuca.

El objetivo era un conducto de ventilación principal que daba a una oficina improvisada que los operativos de GC usaban esporádicamente. El riesgo era demencial. Había gastado casi todos sus PS acumulados entonces en mejoras de Sigilo básico y herramientas improvisadas.

Se deslizó por un estrecho pasaje de mantenimiento, el metal crujiendo bajo sus botas a pesar de su cuidado. Llegó a la rejilla. El dispositivo, no más grande que su uña, era tecnología robada que apenas entendía cómo funcionaba. Sólo sabía que Jax, el contacto de Elara, se lo había conseguido a través de canales turbios antes de que él huyera de Neo-Veridia hacia Kratos tras su último encuentro.

Las voces arriba se acercaron. Pánico frío le atenazó el pecho. Trabajó más rápido, sus dedos torpes por la adrenalina. Un resbalón. Su mano golpeó el borde afilado de la rejilla. Un dolor agudo, un siseo ahogado. Sangre. Poca, pero suficiente para dejar rastro si no tenía cuidado.

Finalmente, el dispositivo hizo clic en su lugar, camuflado contra la mugre. Se retiró con la misma cautela, limpiando la sangre con un trozo de tela y apretando la herida. La cicatriz resultante, una línea irregular en la palma de su mano derecha, ahora era un recordatorio constante de lo cerca que había estado. Había obtenido fragmentos de información desde entonces – susurros sobre Neo-Veridia, búsquedas de "talentos emergentes", menciones crípticas a "Protocolo Aurora" – pero nada concreto. Nada que le diera una ventaja real. Solo más paranoia.

Flashback End

Apretó la mano derecha, sintiendo el relieve de la cicatriz bajo el guante sin dedos. La información era un goteo lento y venenoso. Grado Cero estaba activo, aquí y en Neo-Veridia. Estaban buscando a gente. Gente como él. Gente como Elara. ¿Y Maya? La niña que Elara había rescatado... ¿era ella uno de esos "especímenes"?

Un movimiento brusco abajo lo sacó de sus pensamientos. Los dos Chacales Grises estaban acosando a un comerciante de chatarra, un anciano encorvado que Kaelen había visto antes. Los gritos ahogados del viejo eran apenas audibles sobre el ruido industrial.

Parte de él quería intervenir. La injusticia cruda de Kratos le revolvía el estómago. Pero con 2 PS, ¿qué podía hacer? Un enfrentamiento directo era un suicidio. Su Resistencia R9 le permitiría aguantar golpes, pero no balas ni vibro-cuchillas de dos matones curtidos. Necesitaba más. Más habilidades, más equipo, más poder. Y para eso, necesitaba PS. Para conseguir PS, necesitaba misiones. Y para sobrevivir a las misiones, necesitaba... bueno, volver al principio del círculo vicioso.

Recordó su última conversación con Lena, apenas dos ciclos atrás.

Flashback

Estaban en el pequeño refugio improvisado de Lena, un nicho relativamente seguro en las entrañas de un complejo residencial abandonado. Compartían una ración sintética que sabía a cartón mojado.

“Kaelen, tienes que tener más cuidado”, dijo ella, su voz baja y urgente. No apartaba la mirada de él, sus ojos buscando algo en los suyos que él se esforzaba por ocultar. “La gente habla. Los Chacales preguntan por ti. Y hay… otros. Tipos con ropa limpia y ojos fríos. No encajan aquí.”

Él desvió la mirada. “Lo sé, Lena. Tengo cuidado.”

“No, no lo sabes.” Ella extendió la mano, tocando su brazo. Su contacto fue cálido, anclándolo por un momento. “Hay algo más, ¿verdad? Algo que no me cuentas.” Su intuición siempre había sido aguda. Demasiado aguda para su propio bien.

Él quiso decirle. Quiso compartir la carga del Sistema, de Grado Cero, de la sensación de ser cazado. Pero las palabras murieron en su garganta. Revelarlo era pintarle una diana en la espalda. “Es… complicado, Lena. Peligroso. Cuanto menos sepas, más segura estarás.”

Ella retiró la mano, una sombra de dolor cruzando su rostro. “Esa no es una respuesta, Kaelen. Es un muro.” Se levantó. “Solo… sobrevive. ¿Vale?”

Flashback End

El recuerdo le dejó un sabor amargo peor que el aire de Kratos. Tenía que sacar a Lena de allí. O al menos, advertirla de forma más contundente, darle una oportunidad de escapar antes de que Grado Cero o los Chacales decidieran que ella era una palanca útil contra él.

Pero para eso, necesitaba un plan. Y recursos. Con 2 PS, apenas podía comprar un paquete de estimulantes de baja calidad en la Tienda del Sistema, y mucho menos un billete seguro para salir de Kratos o equipo decente.

Abajo, la situación con el chatarrero se resolvió con la predecible violencia casual de Kratos. Los Chacales se fueron riendo, dejando al viejo gimiendo en el suelo junto a su carro volcado. Kaelen observó, impotente, una rabia fría asentándose en su estómago.

«No puedo seguir así», decidió. La parálisis de la supervivencia día a día era una muerte lenta. El dispositivo de escucha le daba fragmentos, pero no una estrategia. Lena estaba en peligro. Él estaba estancado.

La decisión cristalizó en su mente, dura y clara como el hielo. Huir. Necesitaba salir de Kratos. Quizás volver a las afueras de Neo-Veridia, desaparecer en el caos de los niveles inferiores. Era un riesgo enorme, GC probablemente tendría vigilancia allí también, pero quedarse en Kratos era una sentencia segura.

Primero, necesitaba advertir a Lena. Luego, conseguiría algunos PS, como fuera. Una misión arriesgada, un golpe rápido a algún objetivo de oportunidad de los Chacales, algo que le diera un mínimo colchón para el viaje.

Miró hacia el horizonte urbano destrozado de Kratos, las luces de las refinerías pintando el cielo bajo de naranja y púrpura enfermos. El camino sería brutal. Pero por primera vez en semanas, Kaelen sintió una chispa de algo más que mera supervivencia. Era un plan. Un comienzo.

Ajustó su posición, sus sentidos P7 barriendo de nuevo el entorno, buscando no solo amenazas, sino oportunidades. La caza tenía que terminar. O al menos, cambiar de dirección.