Capítulo 73: Elara – Secretos bajo el Acero

La revelación de que el disco de datos contenía investigación de su madre, marcada con la clasificación "Aurora" y vinculada al período del ataque de Grado Cero, había encendido una nueva urgencia en Elara. Ese disco no era solo una pieza de tecnología perdida; era un legado, una posible clave, quizás incluso un mensaje póstumo. La necesidad de acceder a su contenido se convirtió en una obsesión silenciosa mientras exploraba metódicamente la sala principal del Puesto Kilo, buscando el acceso oculto al nivel inferior.

El diagrama en la consola había indicado que el acceso al Almacén/Laboratorio (restringido a Nivel 3) se encontraba en la sección noreste de la sala circular. Elara se dirigió a esa área, examinando la pared metálica lisa con una intensidad renovada. Pasó las manos por la superficie fría, buscando cualquier indicio de una junta, un panel disimulado, una línea de corte casi invisible. Su habilidad de Sigilo recién restaurada no le servía de nada aquí; necesitaba percepción y quizás un poco de suerte.

La pared parecía perfectamente uniforme. No había botones, ni ranuras, ni símbolos visibles como en la puerta principal. Era solo una extensión del metal liso y sin rasgos que revestía toda la sala. ¿Estaba el acceso oculto a simple vista? ¿Quizás activado por algún comando de voz específico o una secuencia en la consola central que requiriera mayor nivel de acceso?

Recordó cómo se había abierto la puerta principal: no por un mecanismo físico, sino por la resonancia intencional entre su fragmento del Sistema y el de Maya. ¿Podría el acceso al nivel inferior requerir algo similar, pero quizás más específico o potente? Dudaba en intentar forzar otra conexión con Maya; la primera vez había sido un acto de desesperación, y no quería arriesgarse a desestabilizar de nuevo a la niña o su propio Sistema.

Volvió a la consola central. Quizás había pasado algo por alto en la interfaz de Nivel 1. Navegó de nuevo por las opciones: Estado del Puesto, Comunicaciones, Base de Datos Nivel 0, Control Ambiental. Nada parecía ofrecer una pista directa. Revisó el diagrama de la instalación de nuevo. Mostraba claramente un nivel inferior conectado por lo que parecía ser un hueco de ascensor o una escalera vertical. Pero no había ninguna indicación de cómo acceder a él desde la sala principal.

"¿Buscas algo, Elara?", preguntó Maya, que se había acercado sigilosamente y ahora observaba la pantalla de la consola con curiosidad.

"Sí", murmuró Elara, absorta. "Hay otra parte de este lugar, abajo. Un laboratorio o almacén. Creo que podría haber cosas importantes allí. Cosas que nos ayuden a entender... todo esto". Señaló el área del diagrama que indicaba el nivel inferior. "Pero no veo cómo llegar".

Maya miró el diagrama, luego la pared en la dirección indicada. Ladeó la cabeza. "La pared se siente... diferente allí".

Elara la miró. "¿Diferente? ¿Cómo?"

"No sé", dijo Maya, frunciendo el ceño en concentración. "Como... más hueca. Y el zumbido... es un poquito más fuerte si me acerco".

Intrigada, Elara acompañó a Maya de vuelta a la sección noreste de la pared. Se arrodilló (con cuidado debido a su tobillo) y presionó la oreja contra el metal frío. Intentó escuchar. Al principio, solo oyó el zumbido general del puesto. Pero al concentrarse, y sabiendo lo que buscaba gracias a Maya, creyó percibirlo: un levísimo cambio en la resonancia, un sonido ligeramente más hueco comparado con otras secciones de la pared. Y sí, quizás el zumbido subyacente era una fracción de decibelio más intenso allí. La percepción infantil de Maya, quizás aumentada por su propia sensibilidad al fragmento del Sistema, había detectado algo que ella había pasado por alto.

Golpeó suavemente la pared con los nudillos. El sonido era sordo, pero definitivamente diferente al de las secciones adyacentes, que sonaban más sólidas. Había algo detrás. Una puerta oculta, casi seguro.

Ahora, la pregunta seguía siendo cómo abrirla. Si no había mecanismos visibles, debía ser activada por algún método indirecto. Volvió a pensar en la tecnología de Sphaera Cognita. Eran avanzados, precavidos. Probablemente usaban métodos de activación que no dejaran rastros obvios.

¿Biometría oculta? Pasó la mano por la superficie, buscando algún panel de escaneo disimulado. Nada.

¿Activación por voz? Probó algunas frases genéricas: "Abrir acceso Nivel Inferior", "Comando Nivel 3", "Protocolo Aurora". Silencio.

¿Activación por el Sistema? Ya había intentado proyectar intención sin éxito.

Quizás la clave estaba en la consola después de todo. ¿Alguna secuencia oculta? ¿Algún submenú al que no había accedido? Volvió a la consola por tercera vez, sintiendo una creciente frustración. Revisó cada opción de Nivel 1 de nuevo.

En la sección de "Control Ambiental", encontró los controles básicos de iluminación, temperatura y filtración. Jugó con ellos, atenuando y aumentando las luces, cambiando ligeramente la temperatura. No pasó nada inusual. Pero entonces vio una subopción que no había explorado a fondo: "Calibración de Sensores Ambientales".

Al seleccionarla, apareció una pantalla con lecturas de varios sensores internos (presión, CO2, humedad, radiación de fondo, el campo EM) y un botón que decía "Iniciar Ciclo de Calibración Estándar". Parecía una función de mantenimiento rutinario. ¿Podría tener algún efecto secundario inesperado? Era poco probable, pero se estaba quedando sin ideas.

Presionó el botón. La voz sintética del puesto habló: [Iniciando Ciclo de Calibración Estándar de Sensores Ambientales. Duración estimada: 5 minutos. Por favor, permanezca en la sala principal durante el proceso.]

Las luces de la sala parpadearon brevemente, y varios paneles en las paredes emitieron destellos suaves y secuenciales. El zumbido ambiental cambió ligeramente de tono, volviéndose más fluctuante. Elara observó, expectante, aunque sin muchas esperanzas.

Pasaron los cinco minutos. Las luces volvieron a la normalidad, el zumbido se estabilizó. [Voz Sintética: Ciclo de Calibración Estándar completado. Todos los sensores operativos dentro de los parámetros normales.]

Aparentemente, no había pasado nada más. Elara suspiró. Otro callejón sin salida.

Estaba a punto de apartarse de la consola cuando Maya, que había estado observando los destellos de luz con fascinación, señaló la pared noreste. "¡Mira!", exclamó en voz baja.

Elara se giró rápidamente. En la sección de la pared que habían identificado como hueca, un finísimo contorno rectangular, que antes era completamente invisible, brillaba ahora con una luz blanca muy tenue. Era el contorno de una puerta. El ciclo de calibración, al hacer fluctuar los sistemas o las emisiones energéticas, había revelado brevemente la ubicación de la puerta oculta. El brillo se desvaneció casi de inmediato, volviendo la pared a su apariencia lisa y uniforme.

¡Lo había encontrado! Pero seguía sin saber cómo abrirla. Ahora que sabía exactamente dónde estaba, volvió a examinar esa sección específica con minuciosidad. Pasó las manos por el área donde había aparecido el contorno. Y entonces sintió algo. Una sección minúscula del metal, no más grande que la punta de su dedo, que estaba ligeramente más caliente que el resto de la superficie. Era casi imperceptible. ¿Un sensor térmico? ¿Un punto de activación oculto?

Recordó cómo se había abierto la puerta principal: con una conexión intencional, proyectando "calor". ¿Podría ser tan literal aquí? ¿Necesitaba aplicar calor a ese punto específico?

Era una teoría extraña. Buscó en su mochila. No tenía nada que generara calor significativo, salvo quizás... su multi-herramienta. Tenía una función de micro-soldador de emergencia, diseñada para reparaciones electrónicas básicas. Generaba un calor muy localizado e intenso en la punta.

Sacó la multi-herramienta y activó la función de micro-soldador. La punta brilló con un rojo anaranjado intenso. Con mucho cuidado, acercó la punta caliente al punto minúsculo de la pared que había sentido diferente. Lo mantuvo allí solo un instante, sin querer dañar la superficie, solo aplicar calor localizado.

Retiró la herramienta. Por un segundo, no pasó nada. Luego, escuchó un suave clic mecánico desde dentro de la pared. El contorno de la puerta oculta volvió a brillar tenuemente, y la puerta entera se deslizó silenciosamente hacia arriba, desapareciendo en el techo y revelando una escalera metálica que descendía hacia la oscuridad.

"¡Lo hiciste!", exclamó Maya, sus ojos brillando de emoción.

Elara miró la abertura, luego su multi-herramienta, luego a Maya. Una combinación de la percepción de la niña, una función de mantenimiento olvidada y una activación térmica absurdamente oscura. Sphaera Cognita realmente no quería que nadie encontrara o accediera a sus secretos fácilmente.

El acceso al nivel inferior estaba abierto. Con él, la posibilidad de encontrar respuestas, recursos, quizás incluso una forma de leer el disco de su madre. Pero también, la posibilidad de encontrar nuevos peligros o tecnología que no comprendía. La escalera descendía hacia una oscuridad desconocida.