Capítulo 78: Kaelen – Flujos Nauseabundos

La oscuridad en las alcantarillas era diferente a la de los túneles de servicio. Más húmeda, más pesada, y cargada con un hedor casi insoportable que ninguna cantidad de adaptación o resistencia podía ignorar por completo. Era el olor primordial de los desechos de una megaciudad: una mezcla nauseabunda de residuos orgánicos en descomposición, fugas químicas industriales, agua estancada y el gas metano que burbujeaba ocasionalmente desde las profundidades turbias. Kaelen se ató con fuerza un trozo de tela sobre la boca y la nariz, un gesto casi inútil contra la pestilencia, pero que al menos filtraba las partículas más gruesas y ofrecía una barrera psicológica mínima.

Avanzaba por un estrecho pasillo de mantenimiento que corría paralelo a uno de los canales principales de alcantarillado. El canal en sí era un río lento y oscuro de líquido negruzco y viscoso, que emitía burbujas perezosas y transportaba detritos flotantes de origen irreconocible. El pasillo de mantenimiento era apenas un saliente de hormigón resbaladizo, de menos de un metro de ancho, a menudo interrumpido por secciones derrumbadas que lo obligaban a trepar por tuberías oxidadas o a vadear tramos poco profundos del propio canal de alcantarillado, sintiendo el lodo frío y repugnante filtrarse en sus botas.

El mapa proporcionado por Oráculo era esquemático en esta sección, mostrando solo el trazado general de los túneles principales que conducían hacia la Zona Roja. La navegación real dependía de su Percepción P7/D2 y de seguir las escasas señales de mantenimiento o los marcadores crípticos dejados por otros que habían transitado estas profundidades olvidadas. El haz de su linterna, usado con moderación extrema para conservar la batería, revelaba un mundo subterráneo de hormigón lloroso, metal corroído y una oscuridad que parecía tener sustancia propia.

Los sonidos aquí eran igualmente desagradables: el flujo constante y gutural del líquido en el canal principal, el goteo incesante de las filtraciones del techo, el eco amplificado de sus propios movimientos, y, lo más inquietante, los sonidos ocasionales de algo moviéndose en la oscuridad más allá del alcance de su linterna. Escuchó chapoteos en el agua que no eran suyos, raspaduras en las paredes de hormigón, y a veces un chillido agudo o un gruñido bajo que sugería que no estaba solo en estas profundidades fétidas. La fauna de las alcantarillas de Neo-Veridia era materia de leyendas urbanas aterradoras, y Kaelen no tenía ningún deseo de confirmar su existencia.

Su Modificador de Señal Simple había agotado la batería usada hacía rato. Lo guardó; era inútil sin energía. Sus 2 PS se sentían más inadecuados que nunca en este entorno opresivo y lleno de peligros invisibles. Cada sombra podía ocultar una criatura mutada, cada túnel lateral una emboscada de carroñeros desesperados, cada sección estructuralmente comprometida una trampa mortal. Su Resistencia R9 lo protegía de las enfermedades más obvias que podrían acechar en esta inmundicia, pero no podía detener una garra afilada o una viga de hormigón que cayera.

Después de lo que calculó que fueron dos horas de avance lento y tenso, llegó a un punto crucial indicado en el mapa de Oráculo: una enorme cámara de confluencia donde varios túneles de alcantarillado gigantescos convergían antes de dirigirse hacia el colector principal que pasaba por debajo de la Zona Roja. El mapa advertía que esta cámara era un punto de tránsito conocido y a menudo disputado por facciones subterráneas.

Kaelen se detuvo antes de entrar en la cámara, oculto en la oscuridad del túnel por el que había llegado. Apagó la linterna y aguzó el oído. Podía oír el rugido del agua al caer desde los túneles superiores hacia un vasto pozo central en la cámara, y también... voces. Apagadas por la distancia y el eco, pero definitivamente humanas. Y el olor a humo de un fuego. Alguien estaba acampado en la cámara.

Usando su Percepción P7, intentó discernir más detalles. Contó al menos tres voces distintas, quizás cuatro. Sonaban ásperas, brutales. Oyó el chasquido de metal y una risa cruel. No sonaban como simples viajeros. Probablemente carroñeros o una pequeña banda que controlaba este nodo.

El mapa de Oráculo indicaba que necesitaba cruzar la cámara para llegar al túnel específico que continuaba hacia la Zona Roja, ubicado en el lado opuesto. Pasar desapercibido por una cámara grande y probablemente iluminada por un fuego, con varios individuos hostiles presentes, sería extremadamente difícil, especialmente sin una habilidad de Sigilo fiable.

Se enfrentaba a una elección. Podía intentar pasar sigilosamente, esperando que la oscuridad, el ruido del agua y la posible complacencia de los ocupantes le permitieran cruzar sin ser detectado. O podía buscar una ruta alternativa, quizás un conducto de mantenimiento más pequeño o una tubería que bordeara la cámara principal, aunque eso significaba desviarse del mapa y adentrarse aún más en lo desconocido.

Consideró sus recursos. 2 PS. Un vibro-cuchillo. Su Resistencia y Percepción. No eran buenas probabilidades para un enfrentamiento si era descubierto. El sigilo era su única opción real, pero el riesgo era altísimo.

Decidió observar primero. Se arrastró hasta el borde mismo de la entrada del túnel, asomándose con extrema precaución a la vasta cámara. Era enorme, una catedral subterránea de hormigón manchado y metal oxidado. En el centro, un profundo pozo circular recogía el agua nauseabunda de los túneles convergentes. Varias pasarelas metálicas precarias cruzaban el pozo a diferentes alturas. En una plataforma ancha en el lado opuesto, cerca de la boca del túnel que él necesitaba tomar, ardía una hoguera hecha con basura y madera de deriva, proyectando sombras danzantes. Alrededor del fuego, vio a cuatro figuras. Estaban vestidos con harapos y armaduras improvisadas hechas de chatarra. Portaban armas cuerpo a cuerpo toscas: tuberías con clavos, machetes oxidados. Estaban cocinando algo sobre el fuego que olía vagamente a carne quemada, y uno de ellos bebía de una botella. Parecían carroñeros de alcantarilla, el tipo más bajo y desesperado de habitantes del subsuelo.

Cruzar la cámara directamente implicaría pasar relativamente cerca de su campamento. Las pasarelas ofrecían la ruta más directa, pero también la más expuesta. Quizás podría usar las sombras bajo las pasarelas, cerca del borde del pozo central, aunque eso implicaba acercarse peligrosamente al agua fétida y a lo que pudiera acechar en ella.

Mientras evaluaba las opciones, una notificación del Sistema apareció, tan inesperada como bienvenida.

[Sistema: Misión de Oportunidad Detectada]

[Misión: Desvío Olfativo (D)]

[Contexto: Entidades hostiles (Carroñeros de Alcantarilla x4) bloqueando ruta principal. Su sentido del olfato es agudo y adaptado al entorno.]

[Objetivo: Localizar y abrir válvula de descarga de residuos químicos cercana (Radio: 20m) para crear una distracción olfativa temporal.]

[Recompensa: +5 PS]

[Penalización por Fallo/Detección: Atención Hostil Inmediata.]

[¿Aceptar Misión? S/N]

Una misión. Simple, de bajo nivel, pero ofrecía 5 PS cruciales. Y la idea era inteligente: usar el propio entorno fétido contra sus habitantes. Una repentina oleada de químicos concentrados podría confundir sus sentidos el tiempo suficiente para que él cruzara. El riesgo era ser detectado mientras buscaba y abría la válvula.

Miró a su alrededor en la oscuridad de su túnel actual. A unos diez metros detrás de él, vio lo que podría ser una válvula de control manual en una gran tubería lateral que corría a lo largo de la pared, cubierta de óxido pero quizás aún funcional. Estaba dentro del radio de 20 metros.

Aceptó la misión. [PS: 2] (Sin cambios hasta completar).

Retrocedió silenciosamente hasta la válvula. Estaba increíblemente dura por el óxido y el desuso. Usó su multi-herramienta para intentar conseguir algo de agarre en la rueda de la válvula. Puso toda su fuerza en ello, girando lentamente. Hubo un horrible chirrido de metal protestando, peligrosamente ruidoso. Se detuvo, escuchando. No pareció haber reacción desde la cámara. Los carroñeros probablemente estaban acostumbrados a los ruidos extraños de las alcantarillas.

Continuó girando, aplicando presión constante. Finalmente, con un último gemido metálico, la válvula cedió y comenzó a girar más fácilmente. Casi de inmediato, un nuevo y horrendo hedor, químico y acre, comenzó a filtrarse desde la tubería, acompañado por el sonido de un líquido espeso y burbujeante comenzando a fluir hacia el canal principal que desembocaba en la cámara. El olor era tan potente que incluso Kaelen, a varios metros de distancia, sintió que le ardían los ojos.

[Sistema: Misión Completada - Desvío Olfativo (D). Recompensa: +5 PS.]

[PS: 2 -> 7]

Siete Puntos de Sistema. No era mucho, pero era mejor que dos. Y ahora tenía su distracción. Escuchó atentamente hacia la cámara. Oyó toses ahogadas y maldiciones provenientes del campamento de los carroñeros mientras la oleada de hedor químico llegaba hasta ellos.

Era su oportunidad. Mientras los carroñeros estaban distraídos y probablemente asqueados por el olor repentino, Kaelen salió de su túnel y comenzó a moverse rápidamente por las sombras al borde de la cámara, dirigiéndose hacia el túnel objetivo en el lado opuesto. Se mantuvo agachado, moviéndose con un sigilo desesperado, el corazón latiéndole con fuerza contra las costillas. La distracción olfativa no duraría mucho.