Capítulo 88: Kaelen – Retorno por el Miasma

Con el archivo de datos encriptado para Oráculo asegurado en la memoria de su Sistema, cada instinto de Kaelen gritaba que saliera de la sala de servidores y del centro de investigación abandonado lo más rápido posible. La presencia del dron explorador era una señal ominosa; no podía arriesgarse a que su operador enviara refuerzos o algo peor.

Se movió hacia la puerta doble destrozada, barriendo el pasillo exterior con su Percepción P7/D2 antes de salir. Silencio. Solo el débil zumbido errático de fondo y el goteo distante de agua. El olor a ozono y carne quemada de Ghoul lo siguió al salir de la sala.

Decidió no volver exactamente por donde había venido dentro del edificio. Si el dron estaba mapeando la zona, podría haber registrado su ruta de entrada. En su lugar, eligió un pasillo adyacente que, según el trazado general del edificio que había memorizado brevemente del mapa de Oráculo, también debería conducir de vuelta hacia la gran sala del sótano donde había encontrado los huesos y la entrada al conducto de alcantarillado.

Este nuevo pasillo estaba aún más oscuro y decrépito. El suelo estaba cubierto por una gruesa capa de polvo y escombros finos, y varias secciones del techo amenazaban con derrumbarse. Avanzó con rapidez pero con cautela, usando su linterna solo cuando era absolutamente necesario, confiando en su visión de bajo nivel. Las puertas a ambos lados estaban selladas por el óxido, rotas o simplemente conducían a habitaciones vacías y saqueadas hacía mucho tiempo.

A mitad del pasillo, oyó un ruido delante. Un sonido de raspado rítmico, como de metal contra hormigón, acompañado de un leve quejido mecánico. Se detuvo al instante, buscando cobertura detrás de un pilar de soporte agrietado. Esperó, escuchando.

El sonido se acercaba. No eran los pasos arrastrados de los Ghouls, ni el cliqueo del dron explorador. Era algo diferente. Unos segundos después, una figura dobló la esquina al final del pasillo. Era otro robot. Similar al que Elara había encontrado en las ruinas exteriores: un modelo de mantenimiento o carga aethelgardiano, robusto y funcional, aunque este parecía aún más viejo y dañado. Una de sus patas mecánicas estaba doblada en un ángulo extraño, produciendo el sonido de raspado al arrastrarse por el suelo. Su único sensor óptico brillaba con una luz ámbar enfermiza y parpadeante.

El robot avanzó lentamente por el pasillo, ignorando a Kaelen, pareciendo seguir una ruta programada o quizás simplemente vagando sin rumbo en un bucle de comportamiento degradado. Kaelen lo dejó pasar. Era otro recordatorio de los peligros impredecibles de este lugar: no solo criaturas mutadas o facciones hostiles, sino también la propia tecnología abandonada, que podía ser indiferente, obstructiva o incluso activamente peligrosa si sus protocolos fallaban.

Una vez que el robot se hubo alejado lo suficiente, Kaelen continuó. Llegó al final del pasillo y emergió de nuevo en la vasta sala del sótano. Barrió el área con la mirada. No había señales de nuevas amenazas. Los huesos humanos seguían esparcidos donde los había visto, mudos testimonios de la violencia pasada. Cruzó rápidamente la sala, dirigiéndose a la abertura en la pared por la que había forzado la rejilla para entrar desde el conducto de alcantarillado.

Volver a meterse en el conducto fétido fue casi un alivio comparado con la tensión de estar dentro del edificio. La oscuridad y el hedor eran familiares ahora, casi reconfortantes en su consistencia nauseabunda. Comenzó a descender por el conducto inclinado, esta vez moviéndose más rápido, impulsado por la necesidad de alejarse del centro de investigación.

El viaje de regreso por la red de alcantarillado principal fue tan tenso y desagradable como la ida, pero ahora Kaelen tenía un objetivo claro y la satisfacción sombría de haber completado la misión. Evitó el túnel lateral donde había visto los ojos rojos brillantes, temiendo que las criaturas pudieran seguir allí. Pasó junto al lugar donde había encontrado el cadáver del carroñero; el cuerpo ya no estaba, aunque las manchas de sangre oscura seguían en el hormigón. ¿Se lo habían llevado sus compañeros? ¿O se lo había llevado aquello que lo había matado? Kaelen prefirió no saberlo.

Mantuvo un ritmo constante, usando su Percepción para anticipar peligros, cruzando las pasarelas resbaladizas, ignorando el hambre y el cansancio que tiraban de él. Sus 7 PS seguían siendo una preocupación constante. No podía permitirse ningún error ahora, tan cerca de la salida.

Finalmente, después de lo que parecieron horas en la oscuridad maloliente, llegó de nuevo a la cámara de confluencia donde se había enfrentado (indirectamente) a los carroñeros. El fuego que habían tenido se había reducido a brasas humeantes, y no había señales de ellos. O bien se habían ido, ahuyentados por el hedor químico que él había liberado, o habían seguido adelante. Kaelen no se detuvo a investigar. Cruzó la cámara rápidamente, volviendo al túnel por el que había llegado originalmente desde los muelles abandonados del Sector Delta.

El último tramo del viaje por las alcantarillas fue agotador. La adrenalina había desaparecido por completo, dejando solo un profundo cansancio físico y mental. Pero la proximidad de la salida lo mantenía en marcha. Finalmente, vio la base del pozo de acceso por el que había descendido.

Subir los peldaños metálicos y resbaladizos fue un esfuerzo considerable en su estado de agotamiento. Llegó a la tapa de hierro fundido y empujó desde abajo. Cedió más fácilmente esta vez, ya que había roto el sello de óxido al entrar.

Asomó la cabeza con cautela. Los muelles de carga abandonados estaban tan desiertos y silenciosos como los había dejado. El ciclo había avanzado; la luz ambiental era ahora la del pre-amanecer, un gris pálido y frío que comenzaba a filtrarse a través de las nubes tóxicas. El aire fresco (relativamente hablando) golpeó su rostro, un alivio bienvenido después del miasma de las alcantarillas.

Salió completamente y dejó caer la pesada tapa en su sitio con un ruido sordo. Se apoyó contra el pilón de hormigón por un momento, respirando profundamente, saboreando el simple hecho de estar fuera de las profundidades.

Había sobrevivido. Había completado la misión. Tenía los datos para Oráculo.

Ahora solo tenía que volver al Templo de Datos Caído en el Sector Gamma, entregar el paquete digital y reclamar su recompensa: los créditos que necesitaba desesperadamente y, más importante aún, la información que podría llevarlo a Lena. El viaje de regreso a través del Sector Delta sería peligroso, pero ahora tenía un objetivo claro y la promesa de una recompensa tangible al final. Se sentía agotado, sucio y hambriento, pero también sentía una chispa de esperanza renovada. Estaba un paso más cerca.

Se puso en marcha, dejando atrás el canal fétido y los fantasmas de la Zona Roja, dirigiéndose de nuevo hacia el corazón caótico de Neo-Veridia Inferior.