Mi hermano viene a gorronear una comida, sin saber que tiene sus ojos puestos en mi esposa.
Mi esposa desprecia mi cobardía y constantemente me compara con Zhang Tao.
El baño, la cocina, la sala, el balcón e incluso mi dormitorio se han convertido en sus campos de batalla sexual.
Zhang Tao debía deudas de juego que yo pagué por él, y cuando lo atraparon con una amante, fui yo quien lo sacó de la cárcel.
También pagué el precio de la novia, la casa de bodas para el hermano de mi esposa, e incluso el dinero para la parcela del entierro de su madre vino de mí.
Nunca esperé que me sedaran con pastillas para dormir, falsificaran una nota de suicidio y afirmaran que me suicidé para obtener mis bienes.
Cuando volví a abrir los ojos, regresé al día en que él comenzó a venir a mi casa a comer...