Calista ya tenía una audición para la que prepararse.
Esta agencia había logrado en horas lo que la anterior no pudo conseguir en meses, un claro testimonio de la diferencia en calidad. Condujo hasta el lugar en su nuevo coche, y las cabezas se giraban mientras la gente asumía que era alguien importante, una figura de alto perfil que podría conseguir el papel sin esfuerzo.
En realidad, Calista sabía que su talento podría no ser suficiente, así que se apoyó en la ilusión de poder y confianza.
No tenía nada que perder intentándolo. Su apariencia y el coche que conducía ya le habían dado ventaja—la atendieron casi inmediatamente. Pocos habían tomado el tiempo para presentarse bien, y naturalmente, ella destacaba.
El proyecto en sí no era glamuroso. Era una película de bajo presupuesto que probablemente no llegaría a los cines, pero Calista sabía que se vería bien en su currículum.
Necesitaba construir un portafolio que hiciera que la gente la tomara en serio.