Ella era una niña impresionable, y era importante que sus años formativos tuvieran algún tipo de base desde la cual despegar. Verónica hizo lo mejor que pudo, pero solo había tanto que podía hacer en este punto, porque, al final del día, ella era una empleada de la familia. No respondía ante los niños; respondía ante los padres, ya que ellos eran la autoridad reconocida del hogar.