Kyle fue dejado en su destino y le dio una propina al hombre con una buena reseña porque, a pesar de que no le gustaba la compañía del anciano.
Kyle era consciente de que un hombre de su edad no debería estar trabajando, pero el hecho de que estuviera aquí luchando a esta edad solo mostraba cuánto necesitaba el dinero.
Esta era la triste realidad de la vida, no conocías la situación de nadie y Kyle no iba a dejar que su estado de ánimo afectara la fuente de ingresos de alguien.
En el momento en que salió del coche, el hedor que invadió sus fosas nasales le recordó a la muerte, era asqueroso.
Kyle no podía creer que este lugar no hubiera sido derribado, pero eso sería imposible porque, aunque estuviera infestado de delincuencia, seguía siendo un lugar donde vivía gente.
—Hogar, dulce hogar —murmuró Kyle para sí mismo, el hecho de que tuviera que caminar una buena distancia antes de poder entrar en esta ciudad era prueba de su alta tasa de criminalidad.