—Entonces, Señor Mic... ¿de dónde eres? —Seria se inclinó ligeramente hacia adelante, apoyando los codos en los reposabrazos de su silla.
—De algún lugar lejos de aquí —Miguel le dirigió una mirada inexpresiva.
—Eso no es muy específico —los ojos de Seria brillaron con curiosidad.
—No pretendía serlo.
—¿No te gusta hablar de ti mismo? —ella dejó escapar un suave murmullo, sin inmutarse por su respuesta cortante.
Miguel no respondió inmediatamente. No estaba seguro si era solo una conversación casual o si ella estaba buscando información. De cualquier manera, no tenía intención de darle nada útil.
Después de un momento de silencio, Seria lo intentó de nuevo:
—El Mago Lian... parece tenerte en alta estima. ¿Cómo lo conociste?
La mirada de Miguel se desvió hacia ella antes de responder:
—Una coincidencia.
Seria esperó más, pero nada más vino.
—No lo estás haciendo fácil, ¿sabes? —suspiró dramáticamente.
—No sabía que se suponía que debía hacerlo.