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Dentro de la cabina de mando, la atmósfera era pesada.
Varias figuras importantes ya estaban sentadas alrededor de una gran mesa redonda, la madera pulida reflejaba la tenue y fría luz de los cristales encantados que bordeaban el techo.
Cuando el Mago Lian entró en la habitación con Miguel detrás, las cabezas se giraron mientras todos estaban a punto de levantarse para saludar antes de que fueran detenidos por el Gran Mago.
Un murmullo audible pasó entre las figuras sentadas, algunos mirando a Miguel con escepticismo abierto, otros ocultando sus pensamientos detrás de expresiones neutrales.
El Mago Lian no reaccionó.
Simplemente caminó hacia la cabecera de la mesa, indicando a Miguel que se sentara en el asiento libre a su lado, y abrió la reunión.
—Este —comenzó, con voz tranquila y resonante—, es el Señor Mic. Será un valioso aliado durante esta operación.
Lo dejó así.
Sin gran presentación. Sin explicación de credenciales o habilidades.
Solo una simple declaración.