Intrusos

Nuestra noche se arrastra durante horas. Todo esto es solo un tedioso ciclo de agotamiento y escaramuzas verbales. Los esclavos han sido completamente utilizados y agotados, yacen dispersos por la habitación en un estado de descanso apático, mientras Julia y yo continuamos con nuestras ya tradicionales discusiones nocturnas. Cada palabra intercambiada está impregnada de amargura mientras debatimos por qué somos tan miserables y quién carga con la culpa.

De repente, un fuerte ruido interrumpe nuestra rutina: un grito seguido de un golpe pesado desde afuera. Me siento muy molesto. Necesito conseguir guardias más confiables, pero mis márgenes son ajustados. La puerta de la habitación principal se abre de golpe y se estrella contra la pared mientras dos figuras entran en la habitación. La vista me envía un escalofrío por la espalda y grito en voz alta alarmado.