Mientras la magia del [Contrato de Esclavos] toma efecto, los ojos de Julia comienzan a apagarse. La lucha se extinguió dentro de ella. Se queda quieta, esperando la orden del hombre como una marioneta con sus hilos en sus manos.
—Ahora, veamos qué puede hacer realmente este hechizo —dice el hombre alto con una voz carente de emoción. Mira a Julia con fría curiosidad, como un erudito observando un experimento. Su compañera enmascarada se mantiene atrás, observando en silencio. «Las cosas no se ven bien para mí», pensé.
Se dirige hacia un sofá acolchado y se sienta cómodamente.
—Tráeme una copa de vino —ordena, probando su obediencia.
Julia se mueve con precisión mecánica, recuperando una copa y llenándola con el líquido rojo profundo. Regresa y se la entrega sin dudarlo. Él toma un sorbo, asintiendo ligeramente.
—Canta —ordena—, algo alegre.