—Hmm. Mucho mejor de lo que esperaba. 1 moneda de oro y 73 monedas de plata —dice Ayame mientras cuenta el botín del escondite secreto de los antiguos esclavizadores junto a mí.
—Supongo que sí. Ya que vendieron muchos de sus esclavos por al menos una moneda de oro cada uno, esperaba ver más dinero en su escondite, pero parece que mantuvieron la mayor parte de su riqueza atada a su mercancía, operando con un margen ajustado. —Este botín me ha hecho el más rico que he sido desde mi transmigración, así que realmente debería dejar de quejarme. Estamos viendo verdadera riqueza frente a nuestros ojos.
Ayame me mira con una mezcla de dolor y enojo.
—No los llames mercancía.
—Disculpas sinceras, eso fue muy insensible de mi parte —me apresuro a corregir mi comentario grosero.
Ella suspira:
—Está bien, al final ese es el término legal. Simplemente no me gusta.
—Lo cual es completamente comprensible.