Nunca Más

Ayame se derrumba sobre mi pecho con respiración pesada, sus pechos firmes subiendo y bajando en medio de su extrema agitación.

La envuelvo con mis dos brazos y la abrazo firmemente en un gesto protector.

El tiempo pasa mientras ella permanece en mi abrazo, recuperando lentamente el aliento.

—Así que esto es un verdadero orgasmo... Pero no eyaculé como Blossom... —murmura con un tono evidentemente decepcionado.

Me río jovialmente y quito un brazo de su espalda para acariciar su rostro.

—Blossom tampoco liberó tanto en nuestra primera noche, pero es probable que ella sea la especial en el departamento de eyaculación, y no tú la que carece. Tú también liberaste muchos fluidos, solo que no todos de una vez mientras explotabas repentinamente como ella lo hizo.