—¿Qué estás mirando? —Al ver que sus sirvientes no están dispuestos a conversar, parece que me he convertido en su próximo objetivo.
—... ¿Quién? ¿Yo? —¿Quién se cree que es para hablarme en ese tono?
—Sí, tú, imbécil —se burla con desdén.
—Ya veo. ¿Qué te parece que estoy mirando?
—No intentes hacerte el listo conmigo, campesino.
Ah, ya veo. Así que por eso me habla así.
—Solo estaba recuperando mis reservas de energía agotadas, mi señor —decidí seguirle el juego momentáneamente.
Mis chicas me miran con curiosidad, pero las ignoro por ahora.
—Me gusta la rubia zorra a tu izquierda. ¿Cuánto? —cambia de tema.
—... ¿Disculpa? —gruño en un tono bajo y amenazante. ¿Este idiota acaba de intentar comprar a mi amada primera mujer?
—La perra con las tetas grandes y firmes. La quiero para calentar mi cama.
…