El cuerpo del troll de guerra todavía humeaba con parches de piel colgando en grotescos jirones, pero se puso de pie mientras sus ojos ardían de furia.
El monstruo estaba listo para devolver el dolor mientras regeneraba el daño que había sufrido con cada segundo que pasaba.
Mientras tanto, siete cabezas observaban el espectáculo desde su sala de observación oculta.
—¿Llamas Saltarinas...? ¿No es esa una especialidad de Piromántica? —preguntó el jefe del ejército con los ojos bien abiertos.
—Es un hechizo de nivel intermedio. Debe haberse graduado de ser una simple persona con Clase de Mago desde la última vez que lo vimos —el jefe de inteligencia resumió sus pensamientos.