Bofetada Bofetada Bofetada

—¿Déjame adivinar, cada celda alberga harenes separados? —le pregunté a Emily, quien asintió con ojos oscuros antes de correr hacia una celda—. ¡Ilda! ¡Debes mantener la compostura, por fin nos están salvando!

Observé a la mujer con la que estaba hablando, pero no la reconocí por un buen rato. La pobre madre había pasado por mucho, se veía horrible. Me acerqué a la celda y puse una mano en el hombro de Emily para apartarla.

—Dame un segundo, por favor —ella hizo lo que le pedí—. ¡Las llaves de las celdas no están aquí...! Los hombres deben llevar las llaves consigo en todo momento.

—No soy el mismo debilucho que una vez conociste —declaré mientras agarraba la puerta de la celda con ambas manos y la arrancaba por completo. Tales construcciones mundanas ya no podían contenerme.