CAPÍTULO 9 Isaiah

Sentí un dolor de cabeza palpitando contra mi cabeza como un tren furioso. Lentamente forcé mis ojos a abrirse mientras veía una figura borrosa salir corriendo de mi habitación. Miré alrededor y noté que estaba acostado a unos metros de mi cama. Desnudo.

«¿Cómo diablos terminé en el suelo?» Me tomé un minuto para estabilizarme antes de levantarme lentamente del suelo.

«¿Quién diablos era esa persona?», me pregunté tratando de levantarme del suelo.

—No es nuestra pareja. Deberías estar avergonzado —gruñó mi lobo Devon.

—Sí, bueno, ¿dónde estabas anoche? No te escuché detenerme entonces —le gruñí de vuelta.

Me gruñó dentro de mi mente y desapareció. Bien, no necesitaba sus sermones ahora. Hubo un golpe en la puerta y con cada uno mi cabeza sentía como si fuera a partirse.

—El desayuno está listo, cariño. Baja —gritó mi madre.