Los sonidos de las máquinas que emitían pitidos me rodeaban mientras intentaba enfocar mi visión. Había un palpitar constante en mi cabeza.
—¿Elena? ¿Estás ahí?
No dijo nada pero aún podía sentir sus emociones. Su corazón estaba pesado, haciéndome sentir igual. Algo andaba mal. Debería estar feliz. Zira se había ido. Victoria no estaría hablando pronto o nunca más. Tenía a Isaiah solo para mí. Íbamos a tener nuestra propia pequeña familia. Entonces, ¿por qué me sentía tan... tan vacía ahora mismo?
Como si fuera una señal, la Doctora Callie entró en la habitación.
—Luna, ¿estás despierta? —preguntó la Doctora Callie mientras entraba y se sentaba cerca de mi cama.
—¿Qué pasó? ¿Cuánto tiempo he estado inconsciente? ¿Dónde está Isaiah? ¿Qué es este dolor que siento? —seguí lanzándole preguntas hasta que me detuvo.
—Luna, respira y tranquilízate. Solo han pasado poco más de diez horas. Podrías estar un poco mareada por el procedimiento y...