Me desperté en un banco de nieve. Hace mucho frío pero me resulta reconfortante. Me senté y miré a mi alrededor. Estaba en medio de un bosque. Mientras empiezo a levantarme, el aroma más embriagador llama mi atención. Huele a bayas de enebro y abetos. Era ella.
Empecé a abrirme paso por el bosque. Necesitaba encontrarla. ¿María? No, ¿Zira? No podía distinguir a quién estaba persiguiendo. Corrí durante lo que pareció horas hasta que llegué a una encrucijada. ¿Qué cliché, no? Su aroma me rodeaba como una nube mientras miraba de un lado a otro entre mis opciones.
Entonces escuché su voz. Era... María.
—Osito James —su apodo para mí. Lo odiaba pero la hacía sonreír y eso era suficiente para mí—. Ven por aquí.