Más tarde en la noche, Zira, Isaiah, Arias, Lana, Clary y el Concejal Faulkner se sentaron alrededor de una mesa circular. La habitación en sí se sentía como si hubieran entrado en otro mundo. El aire se sentía cálido y húmedo como un bosque tropical. La vegetación cubría casi todas las superficies excepto la puerta por la que entraron. Los aromas florales les hacían cosquillas en la nariz, y el sonido de la naturaleza provenía desde lo profundo. Zira observaba a Lana y al Concejal Faulkner teniendo una conversación muy privada. No parecía muy amigable por el lenguaje corporal de Lana.
—Wow, Mamá Essie, esta disposición es impresionante —dijo Zira, admirando toda la vista.
—Oh, gracias, querida —dijo ella, caminando hacia la mesa y colocando un juego de té en el centro—. Joven, Ezekiel cultivó todas mis flores favoritas aquí. Me recuerda a casa.
—Entonces, ¿usted estaba allí cuando... todo sucedió? —preguntó Zira, con cautela.