Alex se encontraba sobre el suelo agrietado y sin vida del abismo, enfrentando a los enemigos frente a él.
Su mano izquierda se aferraba a las afiladas garras carmesí de sus [Garras Sangrientas de Dragón], mientras su mano derecha sostenía la fría y oscura superficie del [Bastón de Puro Odio].
Frente a él, el Rey No-Muerto se erguía imponente, su forma esquelética irradiando un poder antiguo y siniestro.
Ante ellos, noventa y nueve guerreros no muertos, las propias invocaciones de Alex, ahora retorcidas y corrompidas por el abismo, estaban listos para luchar.
Sus ojos antes leales ahora ardían con llamas oscuras, sus armas levantadas bajo el comando del abismo mismo.
Alex exhaló.
Estos no eran solo monstruos al azar.
Estos eran sus soldados no muertos, criaturas que él había invocado y controlado.
Pero ahora... no eran más que marionetas del abismo, interponiéndose en su camino.
El momento se prolongó.
Entonces...
Los no muertos se lanzaron hacia adelante.