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¡Ding!
[Has alcanzado la séptima capa.]
[Buena suerte.]
En el momento en que Alex atravesó la [Puerta del Abismo], esta se cerró detrás de él, sellándolo dentro.
La oscuridad que se extendía ante él era infinita, tragándose todo en sus profundidades.
Sus seis [Llamas Eternas] flotaban a su alrededor, su resplandor dorado proyectando una luz parpadeante en el abismo.
Era lo único que mantenía el vacío a raya.
Aun así, una presión abrumadora se cernía adelante, irradiando desde el final del camino, una inconfundible intención asesina, opresiva y vasta.
Ya no había más monstruos. No más distracciones.
Ahora solo eran Alex y el abismo.
—Rey No-Muerto, si puedes, ayúdame —murmuró Alex.
—De acuerdo —la voz del Rey No-Muerto resonó en su mente.
Alphox, sin embargo, no se veía por ninguna parte.
Alex no estaba seguro de por qué, pero tenía la sensación de que el dragón primordial se estaba escondiendo, tal vez porque algo, o alguien, estaba observando.