[Dos Segundos Restantes.]
Con solo dos segundos de invulnerabilidad restantes, Alex se negó a dejar escapar esta oportunidad.
Cada músculo de su cuerpo estaba tenso como un resorte.
Cada sentido agudizado hasta un grado casi doloroso.
El aire mismo se sentía denso con el peso opresivo de la presencia del Demonio del Odio.
Un miasma sofocante de malicia arañaba su piel como una fuerza física.
El demonio estaba atrapado dentro de su [Dominio de Sangre].
Su habitual ventaja de velocidad y evasión anulada por los confines claustrofóbicos de la niebla carmesí.
Sabía, al igual que Alex, que huir ya no era una opción.
Si intentaba escapar ahora, él lo cazaría antes de que pudiera siquiera alcanzar los bordes del dominio.
Lo que significaba solo una cosa: esta batalla tenía que terminar ahora.
Dos segundos.
Eso era todo lo que tenía para matar al demonio o causar suficiente daño para romper otra de sus vidas-corazón.
Y Alex ya sabía exactamente cómo lo haría.