La voz pertenecía a nadie más que a Sofía, su delicado rostro inexpresivo como siempre.
De pie junto a ella estaba Lucia, quien lo provocó con una sonrisa juguetona.
—Así que, resulta que ese es el tipo que te gusta, ¿eh?
Luca sintió una ola de incomodidad invadirlo. Ser atrapado con las manos en la masa por mujeres que conocía mientras miraba a otras bellezas—si fuera alguien con la piel más fina, podría haber muerto de vergüenza en ese mismo instante.
Afortunadamente, Luca no era del tipo tímido que se altera fácilmente.
Aclaró su garganta y actuó como si nada hubiera pasado.
—¿Qué las trae por aquí?
Sofía lo miró pero no insistió en el tema, dejándolo pasar sin más comentarios.
—Tenemos algo que discutir contigo.
—¿Algo que discutir? —Luca estaba desconcertado, preguntándose qué asuntos tendrían a esta hora.
Pronto obtuvo su respuesta.