Llevaba una magnífica armadura adornada con patrones dorados, y llamas divinas doradas giraban alrededor de su cuerpo. Detrás de él, un sol ardiente parecía materializarse en el aire.
—Viejo amigo, ha pasado mucho tiempo —dijo el hombre, su mirada gentil mientras observaba a la Lanza Divina Solar. Su apuesto rostro mostraba una leve sonrisa. Extrañamente, su apariencia era idéntica a la de la Lanza Divina Solar.
En el momento en que vio esta figura, la Lanza Divina Solar de repente tembló, su rostro lleno de incredulidad.
—Mi Señor... ¡¿sigues vivo?! —exclamó, asombrado.
Al escuchar el título, Luca y Jormungandr se quedaron paralizados por un momento.
—Este es... ¡¿el Señor del Sol?! —murmuró Luca, su voz llena de incredulidad.
¿No se suponía que este ser había desaparecido durante el Cataclismo Divino hace cien mil años? ¿Cómo podía estar apareciendo ahora, en las Ruinas Divinas?