—Es verdad... —Juliana apenas abrió la boca cuando vio los ojos ligeramente enrojecidos de Benson, lo que significaba que su manía estaba a punto de atacar de nuevo.
Juliana se apresuró a decir:
—Fue Jermaine quien tomó la jarra de vidrio para golpearme, pero lo pateé. La jarra cayó al suelo y el vidrio rebotó y me lastimó la pierna. No fue grave y no me dolió.
Después de decir eso, levantó la mano para cubrirle los ojos a Benson, sin dejar que lo mirara. Lo calmó con voz suave:
—Ya, no te enojes. Das miedo.
Después de todo, una vez que la manía de Benson atacaba, mataría a cualquiera que viera.
Ella no quería que la agarrara del cuello otra vez.
Los ojos de Benson estaban cubiertos y no podía ver nada, así que se volvió más sensible al más mínimo olor a sangre.
Sin embargo, el tenue aroma medicinal de sus delicadas manos rodeando su nariz y su suave voz calmaron su violencia.
Benson sabía que también era aterrador cuando su enfermedad atacaba. Se calmó y dijo: