Juliana sintió su dureza de inmediato y su rostro se encendió.
—Benson, cálmate, o te dejaré solo —le dio un codazo en el pecho.
—Estoy tranquilo, pero está excitado y no puedo controlarlo —la voz de Benson era ronca.
—Tú... —Juliana estaba avergonzada y molesta.
Benson movió su cuerpo hacia atrás un poco y puso las sábanas entre ellos para aislar la incomodidad.
—No te enojes, ¿sí? —le dijo persuasivamente al oído.
Su aliento caliente en su oído la hizo sentir débil y entumecida. La voz ronca con restricción era como un pequeño gancho en el corazón de Juliana.
—Duérmete ya —dijo ella, cerrando los ojos.
Después de una noche sin dormir, Benson estaba realmente soñoliento y no quería molestarla. Oliendo el aroma de su cuerpo, pronto se quedó dormido.
Juliana sabía que era una almohada para que él durmiera bien, así que no se fue.
Juliana tomó su teléfono para enviar un mensaje de texto.
Pronto, hubo una respuesta.