—Juliana, casi no te reconozco vestida así. Te ves muy bonita. Te creería si dijeras que estás en la preparatoria —dijo Billy felizmente.
Al ver a muchos hombres mirando y silbando a Juliana, Billy agitó su puño y gritó:
—¡Compórtense todos! ¡Juliana es mi dueña y yo soy su chico favorito!
—No tenemos nada que ver el uno con el otro a partir de ahora —resopló Juliana mirando la figura delgada de Billy.
—Juliana, no entiendo —dijo Billy confundido cuando estaba a punto de llevarla al puesto.
—Tengo un esposo y no quiero un amante. Además, eres un debilucho y no eres mi tipo —frunció el ceño Juliana.
Billy se quedó paralizado por un momento y finalmente se dio cuenta de que Juliana estaba diciendo que él era débil y que quería terminar su relación.
—Juliana... realmente no me recuerdas, ¿verdad? —preguntó Billy con extrema cautela como si tuviera miedo de perder a su protectora.
Juliana miró a Billy con duda en su corazón.