Juliana miró a Benson de esta manera y rápidamente se calmó.
Si Benson aún conservaba sus sentidos, todavía había una oportunidad. Aún la reconocía, lo cual era diferente de su crisis anterior cuando no había reconocido a nadie.
Ella iba a curarlo.
Juliana se levantó de la cama y caminó hacia él.
—Benson...
—¡No te acerques! ¡No hagas ruido! ¡Vete! —gritó Benson.
El aroma de su cuerpo era el aroma que lo haría lastimarla.
Destruiría lo que quedaba de su cordura.
Benson tomó el fragmento y se apuñaló el brazo con fuerza una vez más para mantenerse más consciente.
Al ver esto, Juliana dejó de acercarse a Benson. Comenzó a pensar en otra solución. Vio el sedante clavado en la pared y luego miró a Benson.
Este sedante no era muy efectivo, pero si encontraba el lugar correcto y lo clavaba, tendría efecto en tres segundos, lo cual era mejor que el tranquilizante.
Juliana tomó la jeringa en su mano y consideró la dirección, la ubicación y la estrategia.