Como Juliana estaba a contraluz, entrecerró los ojos para ver quién estaba allí.
—Es Billy.
Billy miró a Juliana y preguntó con preocupación:
—Juliana, ¿estás bien?
Había estado ocupado hoy y había llegado un poco tarde. Acababa de estar conduciendo cuando vio a Juliana, seguida por Simón.
Billy sabía cómo era Simón como persona, así que detuvo el auto y los siguió.
—Está bien, pero habría sido un problema si hubieras llegado un poco más tarde —dijo Juliana.
—Juliana, ¿por qué saliste sin guardaespaldas? ¿Cómo pudiste ir sola a un callejón tan remoto? —la regañó Billy.
El tono preocupado y de reproche hizo reír a Juliana.
—Todavía te ríes. Si no te hubiera visto, quién sabe qué habría pasado hoy... —dijo Billy más enojado.
Antes de que pudiera terminar sus palabras, vio a Juliana levantar su larga pierna y patearlo en la cara.
Billy se quedó congelado en el lugar y su mente quedó en blanco, sin saber por qué Juliana lo había golpeado.