Escape Parte 5

—Detente. Maldita sea. Detente —murmuró Sylvia entre dientes, sus dos iris de un brillante color dorado.

No entendía por qué, pero su cuerpo y su corazón de repente habían empezado a actuar como locos.

Apenas podía contenerse, incapaz de resistir el impulso de subir y luchar contra el Quilin.

Era un instinto; un pensamiento; una idea que se apoderó de todo su cuerpo, un impulso completamente irracional.

Sabía perfectamente que si se acercaba a la bestia ahora, sería reducida a la nada en una fracción de segundo.

Pero aun así, sentía un inexplicable impulso de enfrentarse cara a cara con esa aterradora bestia.

Mientras Sylvia luchaba a un lado, Mikel y Theodore tenían sus propios problemas.

No eran rival para la bestia Quilin que se pavoneaba frente a ellos, pero no toda esperanza estaba perdida.

El hecho de que estuvieran tan cerca de la ciudad principal era ahora su única salvación.